martes, 9 de julio de 2013
Mi primera lengua extranjera
Nunca me había puesto a reflexionar sobre cómo ha sido mi acercamiento al aprendizaje de una lengua extranjera. Como auguré, en este curso va haber más de una primera vez para muchas cosas.
Mi primer contacto con una lengua extranjera fue en EGB en el colegio de mi pueblo. El profesor que nos daba inglés iba a una academia para podernos impartir después lo que había aprendido. Así que imaginaros el nivel que adquirimos.
Como han comentado otros compañeros, el aprendizaje se centraba en la gramática y en el vocabulario y así siguió durante BUP, lo que me aseguró una base gramatical consistente pero una incapacidad total para comunicarme en inglés.
En mis tiempos universitarios realicé tres cursos de portugués en la EOI, dos de inglés y uno de chino. Este último, por ser completamente diferente terminaba siendo muy atractivo y sugerente, sobre todo por ese lado pictórico o artístico que tiene su escritura.
La primera vez que salí de España fue a Irlanda a trabajar de au-pair con la intención de mejorar mi inglés. Cuando llegué me di cuenta de los grandes agujeros negros que tenía en inglés, especialmente en su parte oral y compresiva. No entendía nada y ellos tampoco a mi porque la pronunciación que me habían enseñado no tenía nada que ver con la real. Nunca había tenido a un profesor nativo y eso fue un hándicap que me ha ido acompañando.
Por otra parte, he podido comprobar que un idioma se aprende mucho mejor en un país que tenga esa lengua, viéndote en la necesidad de usarla y comprobando su utilidad práctica, viviendo el país, su cultura, relacionándote con la gente del lugar. Es maravilloso darte cuenta cómo la inmersión lingüística en una lengua y en un país provoca en un momento dado el desbloqueo mental y empiezas a pensar en la lengua que no es tu lengua madre.
Tal vez por las estructura mentales que incorporé desde pequeña, he encontrado menos dificultad a la hora de aprender lenguas romances: portugués, francés e italiano, cada una en diferentes circunstancias. Con ellas el aprendizaje me ha resultado mucho más rápido y fluido. En el caso del francés, me decidí a aprenderlo con una profesora particular que aunque no era nativa tenía el método adecuado para mi, el que me resulta más cercano, aprender entendiendo la estructura de las oraciones, tal como entiendo y aprendí en la escuela el español. Me he dado cuenta que cuando me falta estructura me cuesta mucho más aprender el idioma, aunque no creo que eso le pase a la mayoría viendo cómo actualmente se enseña más los idiomas hablando, con métodos prácticos e intuitivos y no tan racionales como yo los he aprendido.
Yo soy periodista y me encanta la riqueza del español, pero también he estado abierta siempre a aprender otros idiomas por mi afán de comunicarme y las posibilidades que te abren de conocer otras culturas, otras personas.
No concibo un idioma sin su finalidad comunicativa.
Me encantaría enseñar español, por eso estoy en este curso, para descubrir nuevas formas de "cómo se aprende y se enseña una lengua extranjera". Estoy segura de que todos aprenderemos de todos.
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