Este texto aporta un compendio de reglas básicas e
imprescindibles para llevar a cabo adecuadamente la tarea de enseñar una lengua
extranjera, desarrollando un enfoque centrado en el alumno y potenciando un
aprendizaje comunicativo y autónomo.
Ofrece consejos, muestra cómo implementar actividades y
tener en cuenta detalles que favorecen el aprendizaje comunicativo, a la vez
que aporta soluciones a problemas que pueden surgir durante el trascurso de una
clase.
Son reglas basadas en
la experiencia y que han sido validadas con buenos resultados, teniendo en
cuenta que deben ser adaptadas a las circunstancias y características de cada
clase y de los alumnos que la componen. Son consejos sencillos de llevar a cabo,
cargados de sentido común pero, desgraciadamente, el sentido común a menudo es
el menos común de los sentidos y por eso es tan valioso el que Leo Jones las
haya expuesto tan claramente.
Todos coincidimos en que no queremos que nuestros
estudiantes sean personas que incapaces de comunicarse en la vida real, que se
amedrenten cuando no conocen la palabra correcta que deberían usar o no hablen
por vergüenza a cometer errores o que dependan de un profesor que les guíe continuamente.
Defiende funciones
del profesor que considero obvias o imprescindibles con las que es imposible
estar en desacuerdo.
Promulga la necesidad de potenciar la actitud entre nuestros
alumnos de “Tú puedes hacerlo”. El estudiante no depende de su profesor, es
autónomo y activo. Pero aclara, el alumno no decide lo que tiene que aprender o
hacer, es el profesor el que considerando las necesidades de sus alumnos (tanto
individuales como en grupo) les anima a participar en el proceso de aprendizaje
y a desarrollar sus aptitudes. Les ayuda a aprender.
Expone la conveniencia de trabajar en parejas y en grupos
para potenciar la comunicación y conseguir que todos los alumnos hablen,
independientemente de sus miedos, de sus aptitudes, sus conocimientos,
destrezas…. Lo que también se impulsa con la puesta en común y los debates o
discusiones entre toda la clase. Para hacer esta comunicación más efectiva,
apunta algo imprescindible, hay que preparar a los alumnos para que puedan
trabajar en grupos, enseñándoles lo que tienen que hacer, indicándoles el
tiempo que disponen, presentándoles el vocabulario o las frases útiles que les
pueden facilitar la tarea. En definitiva, enseñarles a trabajar en grupo o en
parejas, introduciendo a los alumnos en los nuevos métodos y explicándoles la
conveniencia de llevarlos a cabo.
Aconseja cómo trabajar en clases con muchos alumnos y cómo
hacerlo con pocos estudiantes, cómo distribuirlas, cómo trabajar con alumnos de
diferentes habilidades, personalidades y edades. Explica cuándo es más
beneficioso trabajar en parejas, en grupo o toda la clase a la vez, dejando
claro que el tamaño del grupo repercute en el tiempo que cada uno tiene para
hablar.
Además de explicar generosamente cómo obtener mejores
resultado en la puesta en práctica de diferentes tipos de actividades en clase,
destaca técnicas a seguir para mejorar
el aprendizaje del alumno, como por ejemplo: la de “sólo en inglés” (es decir,
hablar sólo en la lengua que se está aprendiendo), “hágalo de nuevo” (repetir
actividades realizadas previamente para mostrar la evolución y motivar así a
los alumnos), “repitan conmigo” (para mejorar la pronunciación), enseñar en
cada clase nuevo vocabulario o expresiones, la importancia de establecer en todas
las clases, tras la tarea realizada, un momento para que los alumnos realicen
preguntas o dudas, etc.
En un enfoque centrado en el alumno subraya la importancia
de tratar temas de interés para el alumno, introduciendo nuevos aspectos o
perspectivas a esos temas para que mantengan su atracción y sigan motivando la
participación de los estudiantes, compartiendo sentimientos y experiencias.
Aunque, como muy bien señala, tenemos que ser conscientes de que no podemos interesar
a todos los estudiantes todo el tiempo pero sí que tenemos que intentar
enganchar al máximo número de alumnos con cada tema que tratemos.
Entre los muchos consejos que aporta, destaco:
.- Es más interesante para los alumnos discutir que solo
responder
.- Incitar a los alumnos a tomar riesgos, a atreverse a
intentarlo, a superar retos.
.- Llevar un cuaderno de notas donde ir apuntando los
errores que se cometen durante la clase para poderlos aclararlas después sin
interrumpir la conversación. Corregir de forma positiva, recordando que el
error forma parte del aprendizaje y que es una vía para mejorar. Recordar que
una actividad no es un test sino una oportunidad para practicar.
.- Algo muy importante, que a veces olvidan los profesores,
no solo tienen que corregir, también tienen que alentar y felicitar a sus
alumnos por el trabajo que realizan.
.- Poner el foco en la comunicación y no en la gramática.
.- La importancia de establecer límite de tiempo en las
conversaciones.
.- El profesor como facilitador. La persona que ayuda al
estudiante a desarrollar sus cualidades pero sin olvidar el papel de fuente de
información, consejo y conocimiento. Aunque profesor y alumnos trabajan juntos,
el profesor debe potenciar que los estudiantes trabajen independientemente y él
debe siempre monitorizar su trabajo. Hay que conseguir el equilibrio entre
guiar a los estudiantes y dejarles llevar el control de su aprendizaje.
:- Si los estudiantes quieren mejorar su capacidad de hablar
y comunicarse, la forma mejor para lograrlo es trabajando en parejas y en
grupos.
¡Toda una guía a
tener en cuenta en nuestro camino como enseñantes!
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