sábado, 27 de julio de 2013

LA CLASE CENTRADA EN EL ALUMNO. Leo Jones


Este texto aporta un compendio de reglas básicas e imprescindibles para llevar a cabo adecuadamente la tarea de enseñar una lengua extranjera, desarrollando un enfoque centrado en el alumno y potenciando un aprendizaje comunicativo y autónomo.
Ofrece consejos, muestra cómo implementar actividades y tener en cuenta detalles que favorecen el aprendizaje comunicativo, a la vez que aporta soluciones a problemas que pueden surgir durante el trascurso de una clase.
 Son reglas basadas en la experiencia y que han sido validadas con buenos resultados, teniendo en cuenta que deben ser adaptadas a las circunstancias y características de cada clase y de los alumnos que la componen. Son consejos sencillos de llevar a cabo, cargados de sentido común pero, desgraciadamente, el sentido común a menudo es el menos común de los sentidos y por eso es tan valioso el que Leo Jones las haya expuesto tan claramente.
Todos coincidimos en que no queremos que nuestros estudiantes sean personas que incapaces de comunicarse en la vida real, que se amedrenten cuando no conocen la palabra correcta que deberían usar o no hablen por vergüenza a cometer errores o que dependan de un profesor que les guíe continuamente.
Defiende  funciones del profesor que considero obvias o imprescindibles con las que es imposible estar en desacuerdo.
Promulga la necesidad de potenciar la actitud entre nuestros alumnos de “Tú puedes hacerlo”. El estudiante no depende de su profesor, es autónomo y activo. Pero aclara, el alumno no decide lo que tiene que aprender o hacer, es el profesor el que considerando las necesidades de sus alumnos (tanto individuales como en grupo) les anima a participar en el proceso de aprendizaje y a desarrollar sus aptitudes. Les ayuda a aprender.
Expone la conveniencia de trabajar en parejas y en grupos para potenciar la comunicación y conseguir que todos los alumnos hablen, independientemente de sus miedos, de sus aptitudes, sus conocimientos, destrezas…. Lo que también se impulsa con la puesta en común y los debates o discusiones entre toda la clase. Para hacer esta comunicación más efectiva, apunta algo imprescindible, hay que preparar a los alumnos para que puedan trabajar en grupos, enseñándoles lo que tienen que hacer, indicándoles el tiempo que disponen, presentándoles el vocabulario o las frases útiles que les pueden facilitar la tarea. En definitiva, enseñarles a trabajar en grupo o en parejas, introduciendo a los alumnos en los nuevos métodos y explicándoles la conveniencia de llevarlos a cabo.
Aconseja cómo trabajar en clases con muchos alumnos y cómo hacerlo con pocos estudiantes, cómo distribuirlas, cómo trabajar con alumnos de diferentes habilidades, personalidades y edades. Explica cuándo es más beneficioso trabajar en parejas, en grupo o toda la clase a la vez, dejando claro que el tamaño del grupo repercute en el tiempo que cada uno tiene para hablar.
Además de explicar generosamente cómo obtener mejores resultado en la puesta en práctica de diferentes tipos de actividades en clase,  destaca técnicas a seguir para mejorar el aprendizaje del alumno, como por ejemplo: la de “sólo en inglés” (es decir, hablar sólo en la lengua que se está aprendiendo), “hágalo de nuevo” (repetir actividades realizadas previamente para mostrar la evolución y motivar así a los alumnos), “repitan conmigo” (para mejorar la pronunciación), enseñar en cada clase nuevo vocabulario o expresiones, la importancia de establecer en todas las clases, tras la tarea realizada, un momento para que los alumnos realicen preguntas o dudas, etc.
En un enfoque centrado en el alumno subraya la importancia de tratar temas de interés para el alumno, introduciendo nuevos aspectos o perspectivas a esos temas para que mantengan su atracción y sigan motivando la participación de los estudiantes, compartiendo sentimientos y experiencias. Aunque, como muy bien señala, tenemos que ser conscientes de que no podemos interesar a todos los estudiantes todo el tiempo pero sí que tenemos que intentar enganchar al máximo número de alumnos con cada tema que tratemos.
Entre los muchos consejos que aporta, destaco:
.- Es más interesante para los alumnos discutir que solo responder
.- Incitar a los alumnos a tomar riesgos, a atreverse a intentarlo, a superar retos.
.- Llevar un cuaderno de notas donde ir apuntando los errores que se cometen durante la clase para poderlos aclararlas después sin interrumpir la conversación. Corregir de forma positiva, recordando que el error forma parte del aprendizaje y que es una vía para mejorar. Recordar que una actividad no es un test sino una oportunidad para practicar.
.- Algo muy importante, que a veces olvidan los profesores, no solo tienen que corregir, también tienen que alentar y felicitar a sus alumnos por el trabajo que realizan.
.- Poner el foco en la comunicación y no en la gramática.
.- La importancia de establecer límite de tiempo en las conversaciones.
.- El profesor como facilitador. La persona que ayuda al estudiante a desarrollar sus cualidades pero sin olvidar el papel de fuente de información, consejo y conocimiento. Aunque profesor y alumnos trabajan juntos, el profesor debe potenciar que los estudiantes trabajen independientemente y él debe siempre monitorizar su trabajo. Hay que conseguir el equilibrio entre guiar a los estudiantes y dejarles llevar el control de su aprendizaje.
:- Si los estudiantes quieren mejorar su capacidad de hablar y comunicarse, la forma mejor para lograrlo es trabajando en parejas y en grupos.

 ¡Toda una guía a tener en cuenta en nuestro camino como enseñantes! 

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