Tras la interesante lectura del documento "Lengua y comunicación: tres décadas de cambio" de Álvaro García Santa-Cecilia, he podido apreciar cómo en el caso de las lenguas se ha dado a los largo de los últimos 30 años toda una evolución en las teorías dominantes de la enseñanza de lenguas que han permitido establecer los fundamentos y las claves del Marco de referencia centradas en la acción.
El poner el eje del aprendizaje y enseñanza de una lengua en la competencia comunicativa me parece un logro considerable.
Me ha sorprendido que en los años 50 EEUU siguiera el método audiolingüístico cercano a la teoría conductista, preocupado por la forma más que por el uso de la lengua y postulando por el desarrollo de los hábitos lingüísticos. Afortunadamente, en Europa se siguió un modelo social de uso de la lengua que desarrolló los enfoques situacionales.
Me parece clave la afirmación de que la lingüística no puede ignorar los problemas relacionados con el uso y los usuarios de la lengua, ni tampoco la heterogeneidad de la comunidad hablante.
Como nadie entendería que un vendedor no tuviera en cuenta a sus clientes, un periodista a sus lectores o un médico a sus pacientes, es obvio ( lo que no significa común) que un profesor debe tener en cuenta a sus alumnos (aunque todos hemos padecido en nuestro aprendizaje de una lengua lo contrario). Por eso es tan relevante el desarrollo de un currículo centrado en el alumno, pero no como un ente aislado, sino como miembro de una sociedad, de ahí la importancia de los rasgos sociolingüísticos de la comunicación que considera las relaciones de la lengua con el entorno social (variedades de la lengua, dialectos, papeles sociales, situaciones, modos de comunicación...) y los factores extralingüísticos y etnográficos (factores sociales, culturales del entorno, aspectos históricos, políticos y económicos de la comunidad), así como los factores psicolingüísticos y pedagógicos que tienen en cuenta variables afectivas y de personalidad (actitud, motivación, empatía, tolerancia...).
Los conceptos de autonomía y responsabilidad, introducidos por la perspectiva humanista, van parejos con los nuevos papeles activos que toma el alumno y el profesor, frente al papel pasivo al que eran relegados anteriormente en el que prevalecía el sistema del método que especificaba todo de antemano.
Dotar de autonomía al alumno y conferirle mayor responsabilidad en el proceso de su propio aprendizaje, así como concebir y destacar el papel del profesor como facilitador y orientador del alumno, podría parecer, y lo es, toda una evolución innovadora de radiante actualidad dentro de la teoría del aprendizaje, pero os invito a leer un fragmento de un texto que he hallado en internet:
"En los primeros textos de Platón, este hace hincapié en el aspecto metódico del proceder de Sócrates, que acaban siempre con un interrogante, sin dejarlo todo resuelto. Esto, según él, no lleva a la desesperación y el desanimo del alumno, sino que al revés, acrecienta en él las ganas de seguir aprendiendo sobre el mismo tema. Compara también la enseñanza con el ejercicio, puesto aprender es un proceso continuo, que requiere volver mas tarde sobre el mismo problema. Critica también Sócrates a los Sofistas, porque enseñan “saberes técnicos y utilitarios” y no forman personas, porque no buscan la verdad. La pedagogía se basa en la relación, y requiere por tanto el dialogo. En “La Republica”, Sócrates llama a su alumno “amigo”, y mediante sus preguntas pone a prueba, tanto los conocimientos adquiridos como las convicciones morales y emocionales. Platón no concibe el proceso educativo como aplicación de unas reglas técnicas. Para transformar a los hombres se necesita poner en juego todas sus facultades, que no son sólo las facultades intelectuales, sino también las inconscientes, y las “irracionales”, entendiendo estas como las producidas por el deseo y el cuerpo del hombre.
Conclusión: Platón a través de sus escritos, propone al maestro ideal, Sócrates, que no enseña, sino que guía hacia la verdad, trata a sus alumnos como a un igual, a un amigo."
A veces viene bien releer a los clásicos. Esto demuestra que todos bebemos de todos. Una teoría se sustenta o se crea, por evolución o reacción, de las anteriores
¿Acaso Sócrates no ponía en el centro de la enseñanza y del aprendizaje a sus alumnos? ¿No era él, como profesor, el mediador que conseguía potenciar las cualidades de sus alumnos?
Un buen ejemplo para los profesores de cualquier lengua.
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